Pere Plana Panyart

GULMONT (Córdoba)

Grup Excursionista de Sabadell (Barcelona)

Grupo Espeleológico Edelweiss (Burgos)


Imagen principal de la entrada: Salvador Vives

¿Cuándo y cómo te iniciaste en el mundo de la espeleología?

Hacia 1957, en la Cueva del Castillo de Burgos, antiguas minas de guerra practicadas por los franceses (defensores del castillo) y los ingleses (asaltantes), en época napoleónica.

¿Recuerdas la primera cueva que exploraste? ¿Qué recuerdas de aquella primera vez?

La primera cavidad en Córdoba (artificial) fue la red de alcantarillado de la Universidad Laboral. La primera natural, la Similla de Linares. Era frecuente realizar desatascos (en las alcantarillas) para poder progresar; en la Similla hicimos una costosa desobstrucción del fondo, sin resultado.

¿Hacíais planos de las cuevas? ¿Qué metodología e instrumentos usabais para ello? ¿Recuerdas algunas de las cuevas más importantes de las que hicisteis topografía?

Siempre hicimos croquis, y pronto empezamos a hacer planos orientados con brújula y con medidas estimadas. Poco después se empleó la cinta métrica y el clinómetro.

¿Cuánta gente solía ir a las salidas de media? ¿Qué tipo de salidas eran?

Entre 8 y 10 personas. Prospección en busca de nuevas cavidades y exploración. Pocas veces íbamos a hacer visitas de ocio a cuevas conocidas.

¿Hizo hallazgos arqueológicos tu grupo? ¿Cuáles recuerdas?

En Córdoba colaboramos con el Museo Arqueológico en la limpieza de fragmentos de la excavación de un sarcófago paleocristiano. Los trabajos posteriores ya fueron en Burgos (Atapuerca y Ojo Guareña), y en Galicia.

¿Qué cueva o sima fue la que más te marcó y por qué?

En Córdoba, la Sima de Cabra. Fue una gran vertical, de -110 m, que nos llevó trabajos de preparación de un año, y de la que teníamos conciencia de que habíamos sido los primeros en descender, a lo largo del siglo XX.

Carnet de asociado de Pere Plana en el Gulmont en el año 1961 (Archivos de Pere Plana)

¿Cuáles fueron las cuevas o simas más importantes que exploraste en el territorio de Españay/o fuera de él?

Atapuerca, Ojo Guareña, Pozo Azul y todo el karst de la provincia de Burgos.

¿Tuviste tú o algún compañero algún accidente en las exploraciones de aquellos años? ¿Qué ocurrió?

Un compañero del Gulmont, en 1965, sufrió un accidente culinario que pudo ser mucho más grave, estando en la Cueva de San Miguel el Viejo, de Quincoces de Yuso (Burgos). Requirió evacuación nocturna y porteo de varios kilómetros por monte y carretera.

¿Con qué frecuencia hacíais prácticas de progresión vertical? ¿Qué lugar o lugares usabaispara ello?

En Córdoba, solamente en la Sima de Cabra. Intentamos alcanzar, mediante escalada artificial, alguna de las chimeneas visibles desde el fondo. Conseguimos subir unos 30 o 40 m (1968).

¿Cuál era vuestro modus operandi cuando teníais noticias de la existencia de una cueva yteníais que ir a explorarla? ¿Cuál era la logística o planificación?

Cuando la cueva estaba cerca (menos de 40 km), desplazamientos a pedal sin bicicleta. Cuando se podía, en tren o en tractor-stop. Así llegamos a la Sima Honda de Sierra de Yeguas (Málaga) en 1963, y a las cuevas de las Peñas de Ranero, en el Valle de Carranza (Bizcaia) en 1962.

Para concluir, cuéntanos alguna anécdota o reflexión sobre tu experiencia en la espeleología

La práctica de la espeleología acumula grandes recuerdos que pueden justificar por sí mismos toda una vida. Quedan buenas experiencias en el arcón de la memoria. Pero de todo hay cuando se escarba. Tengo un nombre atravesado: la cueva del Puente de las Adelfas. No me preguntes dónde está, porque nos pasaría algo parecido a las indagaciones de la cueva del Toro.

Puedo decirte que la encontramos en los bajos de las ruinas de un edificio que había sido grande. Formaba varias cámaras, creo que separadas por arcos, y la parte profunda estaba casi oscura del todo y cobijaba en su techo una gran colonia de murciélagos. Enseguida hubo ideas geniales respecto a lo que podíamos hacer. Recuerdo que no hubo acuerdo. Varios nos opusimos, pero al final se decidió por mayoría que nos íbamos a llevar varias muestras para “estudiarlas”.

Doce o quince ejemplares infortunados fueron a parar al interior de un saco grande, para que fueran bien cómodos. La marcha de regreso fue larga. Una vez en la Sala del Gúlmont, en la Laboral, cerramos las ventanas, abrimos el saco y les dimos rienda suelta. Quedamos desencantados. No salieron todos. Locos en su encierro se habían ensañado unos con otros y varios estaban muy malparados con las alas desgarradas.

Los supervivientes estuvieron volando por el local y colgándose por los salientes durante un par de días, hasta que finalmente, por la noche, abrimos la ventana y les dimos vía libre. Pero no nos salían las cuentas. Descontados los que no salieron del saco, el último día nos faltaba uno. Pasó algún tiempo y olvidamos el asunto, hasta que un día, revisando un fallo eléctrico, abrimos un armarito de control. Dentro había un interruptor de cuchillas trifásico bastante grande. Entre las barras de cobre de una fase y la del neutro encontramos colgado y seco a nuestro buen quiróptero esquivo.

Hubiéramos podido recitarle unos versos adecuados, pero ciertamente solo alcanzamos a maldecir nuestra mala ocurrencia al haber hecho capturas masivas. Nunca más volvimos a caer en ese error.

Primer descenso con cuerda de Pere Plana el año 1961 en la Similla de Linares, Córdoba (Archivos de Pere Plana)

Exploraciones por el Río Guadiato en busca de la Cueva del Fato, en la Sierra de Córdoba en el año 1962 (Archivos de Pere Plana)